Lo que cada ser humano entiende por sentido de vida se encontrará variando de acuerdo a la sociedad en la que se encuentra, pues esta ha de moldear su conducta, intereses, gustos, ambiciones, etc. Mismos que otorgarán una serie de características particulares a cada persona y por ende influenciarán cuáles son los intereses que persigue, y cuál es la respuesta personal a la pregunta “¿Por qué estoy aquí?”.
La respuesta a dicha cuestión funciona como introducción personal a la búsqueda de un sentido de vida, aunque este último corresponde de manera más directa con la pregunta “¿Para qué existo?”, a partir de la cual es posible desarrollar una serie de pensamientos que vayan encaminados a encontrar una respuesta satisfactoria para ello, bajo el entendido de que esta puede cambiar y transformarse con el paso del tiempo.
Muchas personas consideran que el “ser feliz” es una respuesta satisfactoria a ambas preguntas; sin embargo, esto mismo puede derivar en un cuestionamiento mayor que solo podrá ser respondido mediante el autoconocimiento para obtener las respuestas más concisas ´posibles al “por qué” y “para qué” nos encontramos existiendo, para proporcionar al día a día un sentido de dirección y/o de realización, pues, si bien la misma vida suele encargarse de mandar a las personas a través de distintos caminos no es lo mismo percibirse como un mero espectador más.
Tener un rol activo en las decisiones cotidianas, tener la seguridad de que se están tomando pequeños pasos que en conjunto resultarán en algo más grande son algunos de los indicadores de que se está tomando un camino que se sienta como propio, y está bien si durante un tiempo pareciera que nada está claro, pero mientras se realicen actividades de manera consciente en lugar de con el sentimiento de ser un barco a la deriva, es posible afirmar que la propia vida tiene intención o sentido.
Y si bien este concepto se trata de algo individual y personal, es necesario reconocer también la relación bidireccional que acompaña a todo ser humano a lo largo de su vida, que es la relación individuo-sociedad. Probablemente de manera inicial existan expectativas que de un modo y otro repercutan en aquello que soy capaz de esperar de mí mismo, mis exigencias personales se ven influenciadas por las exigencias que otros han tenido de mí en el pasado, pero es necesario reconocer cuándo esa influencia empaña el sentido de vida y lo aleja de ser algo personal, y cuándo simplemente se convierten en algo que encuentro conveniente para mí mismo.
Por lo anterior, es posible concluir que el sentido de vida se trata de algo tan complejo y/o tan simple como cada quien decida que este sea, y en tanto se trate de algo alcanzable que permita un estado de bienestar podría ir desde el “ayudar al prójimo” hasta “mudarme a otro continente” o “ser capaz de gastar X cantidad en mis vacaciones anuales” siempre y cuando se trate de algo que de manera consciente resulte satisfactorio sin necesitar aprobación externa.