Muchas veces se asume que la infancia y la adolescencia son etapas en donde se encuentra sin preocupaciones, no obstante, hasta el 20% de los niños y adolescentes tienen uno o más trastornos mentales diagnosticables. Al igual que los adultos, los niños y adolescentes tienen distintos temperamentos, algunos son tímidos, reservados y retraídos; otros son socialmente eufóricos, tienen muchos amiguitos y les gusta ser el centro de atención.
Algunos son metódicos y precavidos; otros, impulsivos y descuidados, las posibles variedades de personalidad y temperamento son inagotables. Lo que determina si un niño se comporta como un niño típico o presenta un trastorno es la presencia de alteraciones y el grado de angustia relacionado con los síntomas. Por ejemplo, supongamos que una niña de 12 años puede estar atemorizada por la perspectiva de presentar el ensayo de un libro delante de sus compañeros. Este temor se consideraría un trastorno de ansiedad social si fuera lo suficientemente intenso para causar angustia y evitación significativas, al mismo tiempo, las repeticiones de esto en determinadas situaciones y en un lapso de tiempo considerable más, las mermas en las relaciones interpersonales nos harán suponer que nos encontramos quizá ante un trastorno.
Hay mucha superposición entre los síntomas de muchos trastornos en comparación con las conductas y las emociones de niños normales. Por consiguiente, muchas estrategias útiles para manejar problemas conductuales en los niños también pueden aplicarse en aquellos que tienen trastornos mentales, sin embargo, debe ser supervisado por algún profesional en salud mental. Además, el tratamiento apropiado de los problemas conductuales de la infancia puede disminuir el riesgo de que los niños con temperamentos vulnerables evolucionen a un trastorno florido. Así también, el tratamiento eficaz de algunos trastornos (p. ej., ansiedad) durante la infancia puede reducir el riesgo de trastornos del estado de ánimo en el futuro.
Los trastornos mentales más comunes de la infancia y la adolescencia caen dentro de las siguientes categorías:
Trastornos de ansiedad
Trastornos relacionados con el estrés
Trastornos del estado de ánimo
Trastorno obsesivo compulsivo
Trastornos por comportamientos disruptivos (p. ej., trastorno por déficit de atención/hiperactividad [TDAH], trastorno de conducta y trastorno negativista desafiante). La esquizofrenia y los trastornos psicóticos relacionados son mucho menos frecuentes, y al menos la esquizofrenia sé diagnóstica una vez cumplidos los 18 años de edad, antes se consideran rasgos o principios de esquizofrenia.
La catatonia pediátrica es más común que la esquizofrenia infantil. Puede representar un trastorno psiquiátrico, pero a menudo ocurre en afecciones médicas (p. ej., infecciones, trastornos metabólicos, afecciones autoinmunitarias) y los pediatras comúnmente se dificulta en identificarla. Sin embargo, con más frecuencia, los niños y adolescentes presentan síntomas y problemas que atraviesan límites diagnósticos. Por ejemplo, más 25% de los niños con TDAH también tienen un trastorno de ansiedad, y el 25% cumple con los criterios para un trastorno del estado de ánimo.
Evaluación
La evaluación de las manifestaciones o síntomas mentales en niños y adolescentes varía con respecto a la de los adultos de 3 maneras importantes:
1. El contexto evolutivo es de crucial importancia en los niños. Conductas que son normales a una edad temprana pueden indicar un trastorno mental grave a mayor edad, golpes, violencia verbal, psicológica etc.
2. Los niños existen en el contexto de un sistema familiar, y ese sistema ejerce un profundo efecto sobre sus síntomas y conductas; niños normales que viven en una familia perturbada por violencia doméstica y abuso de sustancias pueden parecer, si se realiza una valoración superficial, afectados por uno o más trastornos mentales.
3. A menudo, los niños no cuentan con la sofisticación cognitiva ni lingüística necesaria para describir con precisión sus síntomas. Por lo tanto, es responsabilidad del profesional de salud mental basarse mucho en la observación directa, corroborada por observaciones de otras personas, como padres y maestros.
Los porcentajes y datos duros, son tomados de los artículos de la Dra. Josephine Elia MD.
Autor: Psic. Jonathan García Mezhua
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