El contexto de la mujer en el duelo es sumamente importante, su rol al enfrentar cualquier tipo de pérdida como en todo duelo depende del nivel de cercanía, de apego y de amor que se tuviera con su ser amado trascendido. El duelo de una madre a cualquier edad, es uno de los duelos más difíciles, expone todo el sentimiento y angustia, toda tristeza y amor, el duelo de esposa, aquel que separa cuerpos, pero no destinos, en donde se despide al compañero de vida y en donde los propósitos, metas y compromisos a futuro nos juegan en contra, el duelo de hija, el duelo de abuela, los duelos de las mujeres son duelos de la vida misma.
Jamás ha sido el sexo débil, porque aun con toda la tristeza y dolor del mundo, cargan en los hombros el pesar de los que se fueron y los que se quedan, cuidando de todos ¿quién cuida de ti? Si tienen todo el derecho de ser cuidadas, de ser atendidas y comprendidas, pero, no porque se piense la mujer no puede, sino porque se sabe, que aunque puedan con todo un poco de ayuda jamás está de más, débil el que cree no debe demostrar, débil el que se desquita con inocentes, el que miente y no asume sus consecuencias, fuertes aquellos que lloran, que se levantan, que van que luchan, que recuerdan que encaran, fuertes y sensibles, como aquella almeja que protege la perla, como aquella madre que se permite sanar, duelo integral, duelo trabajado, duelo integral el que se explora, el que nos permitimos fluir y en el que, independientemente de la situación, lo gestiono, duelo integral aquel que trabajo, que no oculto, aquel que me hace ser persistente, para la mujer en duelo, que sea integral, que sea sano.
Cuando se habla de la viudez, lastimosamente al ser desde el punto de vista femenino, se piensa, son vulnerables pues se quedaron sin la protección de su pareja, se les puede ver incompletas, pero esto no debería de ser así, mujer completa, la tristeza es inevitable, pero siguen estando completas, no están desamparadas y mucho menos sin futuro, se merecen ser felices aunque en el momento de la pérdida se vea lejano, lo conseguirán, el bienestar, jamás olvidarán a ese ser que les dio amor y compañía, pero podrán vivir su existencia sin el pesar de que no está, más bien con la tranquilidad de que existe de forma diferente. Claro que se merecen estar bien, no pasa nada con desearlo, así como también no pasa nada al rehacer su vida amorosa en algún punto de su vida si así se desea, porque el amor es libertad y no ataduras, como se dijo anteriormente, la muerte separa cuerpos, pero no destinos, su felicidad no es sinónimo de olvidar a su ser amado, es sinónimo de seguir avanzando, de ver por ustedes mismas, pero, sobre todo, de sentirse viva, mujer, eres lo te permites ser, permítete ser infinita.
Autor: Psic. Jonathan García Mezhua
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