La vocación es un ámbito dentro de la sociedad que genera mucha presión en las generaciones más jóvenes, por lo regular se maneja el “éxito” con tener dinero, lujos y tener poder, y si bien el éxito desde algunas perspectivas va de la mano con el poder adquisitivo esto no tiene que ser así en todo su esplendor.
Hay diferentes definiciones y posturas con referente a este término, pero, partamos de una base común y fácil de indagar en todo momento, la Real Academia Española, que señala en la definición de éxito a:
- 1. Resultado feliz de un negocio, actuación, etc.
- 2. Buena aceptación que tiene alguien o algo.
- 3. Fin o terminación de un negocio o asunto.
En general, una aceptada terminación feliz de algo o alguien moral o físico. O en simples palabras y atribuyendo un aspecto humanista, el éxito es lo que te hace feliz. ¿Cuántas personas han tenido que escuchar “tienes que ser alguien en la vida”?, pero, ¿es acaso que nuestra identidad está apegada a lo que tenemos o ganamos en lugar de lo que somos? O será que las personas que no tienen lujos, dinero o carreras universitarias ¿no son nadie en la vida? Y si esto fuera establecido ¿Quiénes somos nosotros para decidir los que son y no son? Desde el momento en que formamos nuestra identidad consciente, decidimos, nos equivocamos, lloramos, reímos, amamos, desde el momento en el cual respiramos ya somos alguien en la vida.
La juventud busca el éxito a su manera y a sus tiempos, si antes pudiera ser que un factor del éxito estuviera ligado a la vestimenta, o los logros laborales, quizá en este ambiente generacional se vería más ligado a la capacidad de aceptación en redes sociales, likes, comentarios compartidas o alcance de su contenido, lo que la mayoría hace se vuelve tendencia, y la tendencia más la atención en masa lleva vacíos que irremediablemente los seres humanos tienen.
Por ende, el papel de los padres es orientarles y acompañarles con una base en el acompañamiento empático y comprensivo, esto no quiere decir que no se les pueda llamar la atención, corregirlos y acompañarles por el buen sendero, sin embargo, se invita a realizarlos con los factores antes mencionados (empatía y comprensión) no insultos, no golpes y no minimización de sus ideas, de sus planes, recuerden que las cosas no tienen que ser como uno las quiere, sino como ellos la desean, el papel del padre no es el encasillar, proyectar y hacer que los hijos vivan los sueños de los padres, el papel se invita a que sea el de apoyar en lo que sus posibilidades pueda, el crecimiento está plagado de múltiples errores, caídas, pero sobre todo aprendizajes, la resiliencia es el objetivo, en lugar de utilizar frases como “te vas a morir de hambre en eso” “en mis tiempos había trabajos de verdad” “te sobra el tiempo y solo andas inventando cosas” “haz algo serio” “ya deja esas cosas” “eso no es ser alguien en la vida” podemos utilizar comentarios como “ayúdame a comprender tus sueños” “quizá en este momento no te entienda, pero quiero hacerlo” “no quiero minimizar tus sueños o metas porque sé que son importantes, explícame otra vez para que entienda mejor” “los tiempos han cambiado, me cuenta a veces darme cuenta, pero hago el intento” “perdón si alguna vez minimice tus ideas, para ti es importante y eso es lo que verdaderamente importa” “si vas a intentarlo, ve hasta el final, que yo estaré apoyándote” “te encontraras con fallos en el camino, pero es parte del paisaje, para amar la rosa hay que comprender que tiene espinas” “yo te apoyo hija/o, tenemos ideas diferentes pero, el mismo amor”.
La vocación es algo cualitativo e individual, encontrarla y construirla por uno mismo tiene mérito, pero, hacerlo con la confianza de que tus seres amados te apoyan, sabiendo que tienes el respaldo y cariño, es algo inigualable.
Autor: Psic. Jonathan García Mezhua.
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