La historia del día de muertos

octubre 28, 2022
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En México, como en algunos países de Latinoamérica se llevan cabo la tradición del día de muertos, las casas y panteones se llenan de amor por recibir la visita de aquellos familiares y amigos que partieron, aunque la tradición varía de región en región, los une el sentimiento de añoranza y nostalgia, cargado de orgullo por sentirse parte de algo milenario que pasa de generación en generación, pero ¿cómo inició todo? ¿De dónde nace el día de muertos?

Los conceptos indígenas de la vida y la muerte expresados en estos rituales se compaginaron muy bien con las tradiciones del “Día de los Fieles Difuntos” que trajeron los españoles. Estas celebraciones datan del siglo IX cuando el Papa Gregorio IV promulgó el primero de noviembre para dedicarlo a rezarles a los santos, declarándolo en el calendario litúrgico como “El Día de Todos los Santos.” Aproximadamente cuatro siglos más tarde, el Abad San Odilo de Cluny designó el 2 de noviembre como “El Día de los Fieles Difuntos” un día dedicado a rezar por las almas de los fieles difuntos que habían fallecido. Estas observaciones religiosas del “Día de Todos los Santos” y “El Día de los Fieles Difuntos” fueron traídas a Latinoamérica en el siglo XVI por los misioneros católicos, los conquistadores y los colonizadores españoles.

En el Valle de México, los mexicas honraban a sus muertos en los primeros días de agosto con celebraciones y rituales ofrecidos al señor de la muerte Mictlantecuhtli y la señora de la muerte Mictecacihuatl quienes gobernaban el Mictlán, era el destino de las almas para su descanso eterno, sin embargo, no todos quienes morían iban ahí por ejemplo los guerreros que morían en el campo de batalla y las mujeres que morían en el parto no iban al Mictlán después de la muerte, estos iban al Ilhuícatl Tonatiuh (camino del sol, en el dios Tonatiuh); los «muertos por agua» (ahogados, tocados por un rayo etc.) iban al Tlalocan con el dios del agua y los pequeños muertos antes de nacer regresaban al Chichihuacauhco (Lugar del árbol amamantador).

Para llegar al descanso eterno, se tenía que hacer un duro y largo viaje desde la Tierra al Mictlán, este estaba formado de 9 lugares, 8 tenían retos para los muertos y en el 9 era el espacio para el descanso eterno.

1.- Apanohuaia o Itzcuintlan: Aquí había un río caudaloso, la única manera de cruzarlo era con ayuda de un xoloitzcuintle. Si en vida no se había tratado bien a algún perro, el muerto se quedaba en esta dimensión por la eternidad, es de este punto donde nace la famosa historia que se traspasa de generación en generación sobre el cuidado de los perros para que te crucen del otro lado del río, historia que muy seguramente a más de un lector, sus abuelos y padres les contaron.

2.- Tepectli Monamictlan: Lugar donde los cerros chocan entre sí.

3.- Iztepetl: Cerro de navajas; este lugar se encontraba erizado de pedernales.

4.- Izteecayan: Lugar en el que sopla el viento de navajas; este era un sitio con una sierra compuesta de ocho colinas y nevaba copiosamente.

5.- Paniecatacoyan: Lugar donde los cuerpos flotan como banderas; este lugar estaba al pie de la última colina del Izteecayan y ahí empezaba una zona desértica muy fría, compuesta de ocho páramos que había que recorrer.

6.- Timiminaloayan: El lugar donde flechan; aquí se decía era un sendero en cuyos lados manos invisibles enviaban puntiagudas saetas hasta acribillar a los pasantes.

7.- Teocoyocualloa: Lugar donde las fieras se alimentan de los corazones. En este pasaje, los jaguares del dios Tepeyollotl les abren el pecho y se comen los corazones de las ánimas.

8.- Izmictlan Apochcalolca: El camino de niebla que enceguece; en este lugar; se tenían que vadear nueve ríos antes de llegar al sitio donde le esperaba su descanso.

9.- Chicunamictlan: Aquí las almas encontraban el descanso anhelado. Era el más profundo de los lugares de los señores de la muerte. Después de pasar todos estos obstáculos, se llega a la liberación de su tetonalli (alma). El viaje póstumo dura cuatro años.

Es así como de la unión de dos culturas se da paso a lo que hoy se conoce como la tradición de día de muertos, una cultura viva que ha traspasado fronteras, unidos en el recuerdo, unidos en el tiempo y unidos en el amor.

Psic. Jonathan García Mezhua

Stanley Brandes, 1998. “The Day of the Dead, Halloween, and the Quest for Mexican National Identity.” Journal of American Folklore 111 (442): 359-380.

Museo Nacional de Etnografía y Folklore de Bolivia, 2004. Todos Santos: Xiwatanakanurupa. Editado por Varinia Oros, Gustavo Suñavi, y Milton Eyzaguirre

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