Un reto que enfrenta el doliente tras perder a quien ama, es encontrarse con nuevos espacios, cambios y nuevas experiencias, allí donde anteriormente todo parecía ser tan claro.
En particular, cuando quien trasciende es mamá, cada día llega a ser un conjunto de pensamientos y sentimientos capaces de paralizarnos; por lo que no es de extrañar, que en fechas especiales como lo son su cumpleaños, 10 de mayo, navidad, año nuevo y otros tantos días que, desde siempre, han sido una extensión de nuestra relación con mamá de manera significativa, ahora resulten completamente distintos.
No existe una fórmula precisa sobre qué debe hacerse o no se debe hacer durante el proceso de duelo, pues se trata de una situación que engloba múltiples aspectos como la personalidad del doliente, sus redes de apoyo, relación previa con su ser querido, etc.
De modo que, lo que se relaciona con nuestros pensamientos y estado de ánimo durante fechas especiales, se vive de manera particular, cuando atravesamos el proceso de adaptarnos a una nueva realidad sin mamá.
Lo más importante, es tener apertura al cambio que va a significar su ausencia y adaptarnos a las modificaciones que inevitablemente sucederán en el entorno familiar; probablemente, en el pasado, la figura materna era la responsable de organizar, anticipar, festejar fechas especiales e incluso era el centro de dichas celebraciones.
Las primeras veces que pasemos estas fechas sin ella, pueden llegar a ser muy difíciles, sin embargo, no es imposible tratar de estar con la familia bajo la premisa de que las cosas no tienen que ser igual que antes.
Darnos la oportunidad de explorar nuestros pensamientos y emociones que el día traiga consigo, constituye un elemento fundamental que nos acerca a pasar por un proceso de duelo saludable, puesto que aquellas cosas que no expresemos pueden generarnos problemas.
Sin embargo, ir al extremo opuesto (forzarnos a participar de rituales conmemorativos para los que no nos sentimos listos, debido a la gran carga de estrés y/o ansiedad que representan) tampoco es lo recomendable. Por ello, debemos encontrar un punto medio, el cual proviene de hacernos un autoanálisis y conocernos mejor.
Recuperar nuestras dinámicas de vida, no significa olvidar a mamá, comenzar a hacer ciertas cosas diferentes o no hacer lo que normalmente hacíamos con ella como familia, son maneras en que honramos lo especial de cada día. Aunque es natural que nuestras emociones se intensifiquen y los recuerdos sean más fuertes.
Prepararnos para un día en que su ausencia destaque, requiere de nuestro valor y estar dispuestos a ser fuertes, tenemos fortaleza cuando a pesar del dolor o la tristeza reconocemos cuan valiosa es la esencia de mamá, ya que ella nunca será olvidada o hecha a un lado, sin importar lo difícil que parezca, solo por medio de sus enseñanzas y recuerdos, ella nos acompaña en los días especiales.
El amor de mamá que todo lo puede va a estar siempre acompañándonos, especialmente en los días en que su recuerdo es más fuerte.
Psi. Adriana Aramis Rosete Viveros
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