Siempre estas épocas nos recuerdan que la familia es uno de los pilares más importantes que componen la vida de todo ser humano, ya que, las fiestas, ritos y costumbres adornan los hogares. Ese momento en que todos juntos se visten para la ocasión, se preparan, viajan, todo esto con el fin de conectar, compartir y disfrutar de estas festividades, agradeciendo un año más de vida y la dicha de poder estar con los seres amados.
Desafortunadamente, muchas veces estos momentos que tanto anhelamos y que esperamos, por cuestiones ajenas a nosotros se ven interrumpidos o jamás llegan, pues la perdida de un familiar o ser amado en estos momentos trunca esas expectativas.
Puesto que, en estas épocas es probable que incremente el consumo de alcohol, drogas y otras sustancias nocivas para la salud debido a que se busca un refugio que ayude a evitar ese sentimiento de dolor y angustia que nos provoca el trascendimiento de nuestros seres especiales. El proceso de duelo en estas fechas puede ocasionar que se aíslen y lleguen a pensar que la vida misma no tiene sentido alguno, debido a la profunda tristeza a la que se enfrenta alguien que recientemente ha sufrido una perdida.
El INEGI (2020) menciona que el año pasado, diciembre fue el segundo mes con mayor porcentaje, siendo de 10.17% de decesos, siendo el primero julio con 11.10%, por lo que, en estas fechas donde se acostumbra convivir y celebrar con la familia a la que pertenecemos, es fundamental no dejar de lado estos sentimientos que si bien, no son malos, pudieran fomentar la desesperanza en alguien.
Es normal y sano, querer estar solos, sumando la cultura de luto que tenemos, de no celebrar ni asistir a ninguna fiesta que tenga fecha cercana el trascendimiento de nuestro familiar o ser amado, pues implicaría faltarle al respeto a su partida, pues “debemos” estar tristes. La carga cultural que deja el perder a un ser amado en estas fechas, es importante, ya que, define totalmente como será nuestro proceso de duelo, muchas veces por miedo a que dirán o pensarán, actuamos de una forma que pudiera complicar nuestro proceso o prolongarlo, haciendo que se vuelva desadaptativo.
Un ejemplo que podemos tomar sería el hecho de que después de años se evite utilizar ropa de otro color que no sea negro, pues en ocasiones la familia sigue en luto, o el hecho de no permitirse el ir a un restaurante donde frecuentaba su ser amado, si esto se ve imposibilitado con el pensamiento de faltarle al respeto u ofenderle.
Es fundamental saber que no estamos solos y que no pasa nada si necesitamos ayuda de un profesional, pues somos seres humanos, sentir nos acompañará a lo largo de nuestra existencia, por lo que no está mal llorar, ni sentir miedo, solo debemos recordar que el apoyo, el cariño y el amor nunca se va, ni nada ni nadie, inclusive la muerte, lo puede borrar.
Debido a esto, se recomienda tener cuidado al momento de convivir y pasar tiempo con nuestra familia, todo con medida es sano, por lo que, en lo posible se sugiere evitar el consumo de sustancias nocivas y los excesos de estas.
Por el contrario, se recomienda buscar apoyo terapéutico, en caso de requerirlo, pues como mencionábamos antes, no necesariamente se debe pasar por esto solo. También la familia y sus cuidados pueden ser un factor detonante al camino de un duelo sano.
El amor, comprensión y cariño que se ve en aquellos a los que se les denomina familia, es único e irrepetible, duradero inclusive después de trascender.
Autor: Psic. María Isabel Rivera García.
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