EL DOLOR QUE SE VIVE EN SILENCIO

febrero 19, 2021
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El duelo desautorizado, también llamado duelo silente o duelo prohibido, es aquel que nosotros mismos, el entorno o la sociedad en la que vivimos nos niega o nos fuerza a no expresar de la forma en que necesitaríamos.

Hay multitud de condicionantes que llevan a que se produzca un duelo desautorizado siendo uno de los principales que exista un conflicto interno que impida la posibilidad de expresar nuestras emociones con libertad.

Cuando somos nosotros mismos los que deslegitimamos nuestras propias emociones acerca de una pérdida, en la mayoría de los casos, por no decir en todos, es porque nos presenta un conflicto interno. Por desgracia para muchas mujeres es una realidad que deben afrontar, sobre todo en ciertos casos específicos, como lo son todos los tipos de duelo silente, tales como: Duelo perinatal, Duelo por Ruptura Amorosa, Duelo por Pérdida de la Mascota, Duelo por pérdida de la salud, Duelo por Suicidio o Duelo por pérdida de la Pareja cuando se es Amante.

Debemos entender que parte importante del proceso de duelo es entender que tanto hombres como mujeres tenemos diferencias en la forma de afrontamiento del proceso de duelo; el género y las influencias culturales, religiosas o espirituales también pueden tener un papel en cómo vivimos el duelo las personas. Estos factores afectan cómo se procesan y expresan nuestras emociones adecuadamente. Aunque las generalizaciones no son ciertas para todos, los hombres y mujeres solemos tener respuestas diferentes ante el duelo y no por ello significa que uno u otro lo afronta mejor, porque todo duelo es unipersonal, único y especial.

Por desgracia existen ideas distorsionadas que estigmatizan a la mujer con frases como “la mujer está acostumbrada al dolor”, “es la cruz que le tocó cargar”, “una buena mujer conserva su matrimonio”, “una buena madre se sacrifica por sus hijos”, “una mujer debe saber conservar la compostura”, todas estas ideas van programando a las mujeres a silenciar sus malestares físicos y emocionales, provocando que el cumulo emocional les cobre posteriormente la factura, que la infelicidad y el sufrimiento aumenten y que se perciban a sí mismas como seres incompletos o carentes de capacidad para hacerle frente a la adversidad, convirtiéndose en una versión derrotista de su propia personalidad.

Decirle a una mujer que acaba de perder a su bebé en el vientre que se calme, que su bebé ya está en un mejor lugar o que fue la voluntad de dios, es lo mismo que decirle a una madre de un suicida que se calme porque esa fue su voluntad, en ambos casos estamos impidiendo y desautorizando la expresión de sus necesidades, de sus sentimientos y de sus pensamientos angustiosos.

Una mujer que vive un proceso de duelo tiene la capacidad de ser resiliente y sobreponerse a la adversidad, pero para ello necesita que su duelo sea validado y soportado por su red de apoyo familiar, social y religioso, entendiendo que ningún dolor debe minimizarse ni compararse con el de alguien mas. Es menester entender que esas expresiones emocionales que se contienen y retienen tienen una estrecha relación con las quejas psicosomáticas y que lo que hoy tus labios no enuncian, el día de mañana tu cuerpo hablará por ellos.

Como mujer debes tener un compromiso y una fidelidad contigo misma, con tu sentir y con el amor propio que emana de ti. Siempre habrá tiempo para todo, para vivir el malestar pero también para levantarte, sacudirte el polvo de los residuos emocionales y continuar a tu ritmo hasta lograr recobrar totalmente tu camino. Recuerda que si otros no reconocen tu derecho a expresar tu duelo, siempre será más importante la opinión que tengas de ti misma, lo verdaderamente importante es no desatenderte ni entregarte a las sombras del sufrimiento.

El duelo es un malestar provisional que estará moviendo muchas cosas en ti hasta que encuentres los recursos necesarios para emprender las tareas del duelo y resignificar la muerte de ese ser amado o el abandono de esa pareja. Piensa que es de humanos vernos rebasados por las situaciones y siempre es mejor pedir ayuda, acércate a los profesionales de Salud Mental para que te orienten en el camino.

Autor: Psic. Edwin Rivera Uscanga

Psicoterapeuta y Tanatólogo

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