La mente humana posee mecanismos de defensa que actúan para salvaguardarnos de aquello que de un modo u otro representa un peligro para el desarrollo personal, como puede ser la pérdida de alguien con quien compartimos un fuerte lazo afectivo, que poseía un gran involucramiento en nuestra vida cotidiana o quizás, con quien tuvimos una relación complicada que nos gustaría haber cambiado para mejor, lo cierto es que la muerte suele interrumpir el flujo de la vida tal y como la conocemos y no todos estamos preparados para aceptar la nueva realidad que esto supone, sucediendo entonces un duelo negado.
Conocido también como “duelo inhibido” puede incluirse como una subcategoría de “duelo complicado” (para mayor información al respecto se recomienda leer los artículos “Duelo complicado” y “Factores de riesgo”) en la que el individuo se ve incapaz de enfrentar los conflictos y complicaciones que trae consigo la nueva realidad, pudiendo negar distintos aspectos de la misma:
• La realidad de la pérdida
La propia idea de que el deceso siquiera ocurrió es descartada, el doliente ofrece alternativas que justifican la ausencia del trascendido y puede existir la esperanza de un reencuentro en el futuro. Frases como: “No es él/ella porque cuando salió me dijo que iba a volver”, “Está de viaje” “Sigue en el trabajo”, o simplemente “No puede ser” son dichas con total convicción.
• La importancia que tiene la pérdida
Es decir, se rehúsa a aceptar que la ausencia del ser querido repercute de algún modo en la psique. Usualmente, las personas con este tipo de negación pueden enfrascarse en una sobrecarga de trabajo u otras actividades con el fin de evitar pensar en lo sucedido y brindar a la vida un sentido de “normalidad”, también pueden incurrir en frases como “No pasa nada” que avalan la condescendencia que quiere proyectar al respecto.
• Las emociones y pensamientos suscitados por la pérdida
Si bien es posible reconocer que ocurrió una pérdida significativa, a pesar de ello habrá quienes insistan en bloquear la carga emocional que acompaña a dichas afirmaciones, incluso si se encuentran visiblemente afectados. Como resultado, es común que las personas somaticen las emociones que están suprimiendo.
De acuerdo con la Psi. Cristina Luzón “Las personas de alrededor podrán pensar que está mintiendo, pero en realidad no, ya que es su verdad y se reafirman en ella desde la intención no consciente de proteger su autoestima y no conectar con el dolor.” Se trata entonces de una vía de escape inicial al no poder confrontar aquello que da temor, que genera dolor, estrés u ansiedad, y, sin embargo, se trata también de un factor de riesgo que pudiera conducir al desarrollo de un duelo complicado.
El no permitirse vivir las etapas y tareas del duelo estanca a las personas en un estado que más tarde o más temprano les conduce a sentimientos de insatisfacción y frustración que señalan el desajuste que ha existido todo ese tiempo al interior de la mente, y que deberá ser trabajado si se quiere genuinamente seguir adelante con la vida y tener un desarrollo personal fructífero y saludable en el que el doliente aprenda a enfrentar la nueva realidad y a construir una vida que le brinde verdadera felicidad.
Psi. Adriana Rosete Viveros
Referencias:
Luzón C. (2022) Negación como defensa. Ohana, Psicología y atención psicoeducativa. Recuperado de: https://ohanapsicologia.es/negacion-mecanismo-defensa/
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