Diferencia entre duelo normal del patológico

junio 9, 2023

Como sociedad existen preconcepciones acerca del dolor, incluso si se trata de un dolor racional producido como consecuencia lógica de un suceso importante, como es la pérdida de un ser querido. Juzgar el dolor del doliente, incluso incentivar a quien sufre para acallar lo que siente, son acciones que suelen ser derivadas del desconocimiento de lo que constituye un duelo normal, y cuáles son las diferencias entre este y un duelo complicado o patológico.

Si bien, cada persona tendrá una rección completamente individual a la pérdida de un ser querido en función de sus características (edad, género, personalidad, creencias, etc.) y contexto (vínculo con el ser amado, circunstancias del trascender, etc.), todo doliente tiene en común el enfrentarse a una situación que cambia de un modo u otro la realidad en la que se desenvuelve su día a día, y si bien algunas personas cuentan con mayores recursos personales, económicos, y socioculturales que otras, es común que durante el primer mes y hacia los primeros 3 meses tras el deceso existan los siguientes cambios:

Reacciones Físicas

1. Falta de aire

2. Taquicardia

3. Debilidad muscular

4. Boca seca

5. Hipersensibilidad al sonido y/o luz

6. Cambios en el patrón de sueño (el doliente duerme más horas de lo acostumbrado o por el contrario, pareciera no poder dormir)

7. Cambios en la conducta alimenticia (se da una pérdida anómala del apetito o por el contrario un incremento inusual y repentino)

Reacciones Psicológicas

1. Ansiedad

2. Culpa

3. Autorreproche

4. Fatiga

5. Problemas de memoria

6. Dificultades para concentrarse

7. Aislamiento

8. Sentimientos de incomprensión

Estas reacciones ante la pérdida pueden surgir de inmediato, demorar días, semanas e incluso meses en manifestarse, o permanecer “ocultas” durante años, pero lo cierto es que todas las personas resienten la pérdida de un vínculo afectivo y, sin embargo, no todas presentarán también una patología o enfermedad mental. Si bien, las características anteriormente mencionadas pueden verse para el espectador como un deterioro de la calidad de vida, es necesario reconocer siempre cuáles son las características particulares del doliente: ¿Existen antecedentes de ansiedad, depresión u otro trastorno previamente diagnosticado? ¿La persona cuenta con una red de apoyo que valide sus emociones, le brinde ayuda y compañía?, o ¿se trata un individuo solitario con tendencia a reprimir lo que siente? ¿Es alguien con múltiples pérdidas subsecuentes?

Estos son algunos de los aspectos que pueden englobarse como “Factores de riesgo” previamente detallados en el artículo homónimo dentro del Blog Del Ángel, por lo que se recomienda su lectura para una mayor comprensión de las características del doliente y su contexto que pueden hacer la diferencia entre que viva un duelo normal de uno patológico. Respecto al proceso de duelo en sí mismo, la diferencia reside en la funcionalidad del doliente y la intensidad con que se viven las reacciones (físicas y psicológicas) hacia el primer año posterior al deceso.

Las reacciones de llanto, angustia, taquicardia, aislamiento y demás deberán disminuir conforme el paso del tiempo en el caso de un duelo saludable, permitiendo que se restablezcan rutinas y se incorporen nuevas actividades, personas e intereses a la vida. Por contraparte, el duelo patológico es aquel en el que las reacciones son tan intensas que se interponen entre el doliente y la realización de sus actividades cotidianas, o existe una disminución en el rendimiento y el disfrute de las actividades, acompañado de un sufrimiento que es tan intenso como los primeros meses y puede derivar en pensamientos que desestimen la propia vida y/o el sentido de vida.

Es importante dar tiempo y espacio al dolor para que se exprese, y por ello también es esencial no perder de vista el cuidado de la salud de manera integral, los profesionales de la salud mental son un apoyo esencial de la mano de la red de apoyo para establecer, en primer lugar, si se trata o no de un duelo complicado, y posteriormente determinar cuál es el plan de trabajo adecuado al contexto y necesidades de cada persona en pro de transitar del mejor modo posible a una resolución del duelo más conveniente.

Psi. Adriana Aramis Rosete Viveros


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