Depresión y duelo

octubre 1, 2021
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Posterior a la pérdida de una persona importante en nuestras vidas, es una reacción normal que el doliente experimente sentimientos de soledad e incluso desesperación, así como la emoción de tristeza profunda ante el nuevo panorama que supone reajustar sus dinámicas sociales, familiares, económicas, conductuales, etc. Sin embargo, es importante reconocer que aunque dichos sentimientos son lo esperable, es fundamental prestar atención al modo en que se desarrollan.

Dado que el estado mental que usualmente caracteriza de un modo general al proceso de duelo es un estado que inhibe la capacidad de análisis y resolución de problemas en el doliente, puede resultar en una visión negativa de las propias habilidades y aptitudes, baja autoestima, y sentimiento de responsabilidad por los acontecimientos negativos previos a la pérdida del ser amado; todo ello, sumado a antecedentes de sintomatología depresiva (como pueden ser la anhedonia [incapacidad de disfrutar actividades que anteriormente le alegraban], sentimientos de inutilidad, disconformidad con uno mismo, culpa, autocastigo, etc.) pueden contribuir al sentimiento de desesperanza clásicamente relacionado de manera reiterada con la depresión, pues el individuo no está consciente de que sus percepciones se encuentran distorsionadas.

De acuerdo con el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) en su quinta edición (2013), es posible para un profesional de la salud mental determinar un diagnóstico dependiendo de variables como son las características del individuo (género, edad, antecedentes familiares clínicos, etc.), los síntomas manifestados, el tiempo en que se suceden, duración de los mismos y su origen, pudiendo determinarse entonces la presencia de alguno de los siguientes trastornos:

I. Trastorno depresivo mayor

II. Trastorno depresivo persistente (distimia)

III. Trastorno de desregulación disruptiva del estado del ánimo

      1. 1. Trastorno disfórico premenstrual
      2. 2. Trastorno depresivo debido a otra afección médica
      3. 3,Trastorno depresivo inducido por sustancia/medicamento

VII. Otro trastorno depresivo especificado o no especificado

Dado que la sintomatología depresiva incluye múltiples variables, tanto físicas (poco apetito o sobrealimentación, insomnio o hipersomnia, entre otras) como psicológicas (culpabilidad excesiva o inapropiada, baja autoestima, falta de concentración, etc.) y conductuales (intento de suicidio o un plan específico para llevarlo a cabo) es de suma importancia el permitirse solicitar y recibir ayuda de un psicoterapeuta durante el proceso de duelo, ya que es el especialista quien se encargará de determinar si las características del individuo corresponden con el criterio diagnóstico depresivo y de ser así, cuál es el trastorno a tratar.

El rasgo común de todos estos trastornos es la presencia de tristeza profunda y vacío emocional, acompañado de cambios físicos y mentales que afectan significativamente la capacidad funcional del individuo. Conlleva una serie de características tales como “una visión distorsionada del mundo, pensamientos negativos sobre sí mismo, sobre-generalización, excesiva autocritica, baja tolerancia a la frustración” (Cañon, 2011, p. 65) situaciones que hacen que los dolientes sean más vulnerables para generar pensamientos y conductas suicidas. Y si bien la depresión es un importante factor de riesgo para la salud (física y mental) de quien la padece, su presencia no resulta imprescindible para que se suscite ideación suicida.

Cabe recalcar nuevamente que entre las distintas emociones que el doliente pudiese atravesar se encuentran momentos recurrentes de tristeza profunda y desesperanza, mismos que no deben confundirse en primera instancia con la existencia de sintomatología depresiva, pues si bien el trascendimiento del ser amado transforma y desorganiza el día a día de quien vive su duelo, la mayoría de los individuos son capaces de reestablecer rutinas y llevar a cabo tareas indispensables de autocuidado y socialización a pesar del abatimiento emocional con ayuda de sus redes de apoyo (familia, amigos, profesionales en salud mental, autoridades religiosas, club deportivo o social, en esencia todo lugar al que se sienta perteneciente, valorado y comprendido) estas forman parte importante en la resignificación del duelo.

En el caso de la sintomatología depresiva se trata de características cuya prolongación temporal e intensidad les permiten interferir con el óptimo desempeño de quien padece un trastorno depresivo, causando una serie de disfunciones que merman el desenvolvimiento psicosocial del individuo y que, incluso, pueden afectar también a quienes conforman su entorno inmediato, pues aún las acciones indispensables de autocuidado como son atender la higiene personal y la higiene del sueño son ignoradas.

De ahí que el acompañamiento terapéutico durante el duelo sea una valiosa herramienta para gestionar los sentimientos complicados que ha originado la pérdida, e identificar pensamientos, sentimientos y conductas de riesgo que no necesariamente en todos los casos corresponden a un diagnóstico de enfermedad mental. Y es allí en donde reside su importancia: discernir si el individuo vive un duelo normal o un duelo complicado de acuerdo a los criterios diagnósticos del DSM-V (anhelo constante y dificultad para aceptar el trascendimiento superior a un año) y si existen síntomas de depresión leve, moderada o grave.

La depresión relacionada con el duelo tiende a ocurrir en las personas vulnerables a los trastornos depresivos y se puede facilitar la recuperación mediante el tratamiento antidepresivo, siempre y cuando la persona esté dispuesta a reconocer las conductas de riesgo que ha adoptado, que pueden ir desde el aislamiento constante de su círculo social y la sobrecarga de trabajo o labores domésticas para evitar experimentar ansiedad y sentimientos depresivos, hasta el abuso de sustancias adictivas ilegales y el deterioro psicosocial que esto conlleva.

Cuidar lo que comemos, nuestras rutinas de higiene del sueño, activación física e interactuar con nuestra red social de apoyo son algunas de las pautas que nos permiten estar en condiciones óptimas, tanto física como mentalmente, para aceptar los sentimientos que el duelo ha originado, ya que con la ayuda pertinente la tristeza puede tornarse en una reacción funcional, una herramienta útil para adaptarse al nuevo orden de la vida diaria, permitiendo  entender y aceptar no solo nuestro nuevo rol, también el del ser amado que trasciende.

Autor: Psic. Adriana Rosete Viveros

American Psychiatric AssociationAPA. (2013). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM-5 (5a. ed. –.). Madrid: Editorial Médica Panamericana

Cañón Buitrago, Sandra Constanza (2011). Factores de riesgo asociados a conductas suicidas en niños y adolescentes. Archivos de Medicina (Col), 11(1),62-67.[fecha de Consulta 12 de septiembre de 2021]. ISSN: 1657-320X. Disponible en:   https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=273819434005

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