Hablemos sobre las culpas en el duelo

mayo 12, 2023
Cuando la muerte llega a nuestra vida, puede iniciar un proceso de duelo, en el que el doliente intenta aprender a aceptar la realidad de la pérdida y la ruptura de los planes, metas, rutinas y demás elementos de la vida cotidiana que deben cambiar al perder a un ser querido. Dado que el deceso puede ser descrito como un suceso abrupto, suelen existir fuertes sentimientos de culpabilidad asociados con lo que se hizo, lo que no se hizo y lo que se pudo haber hecho de manera diferente.

La culpa puede ser entendida como un sentimiento de profundo desagrado o malestar emocional que se deriva de juzgar las propias acciones como equivocadas, lo que traducido en pensamientos es el equivalente de pensar constantemente que “lo que hice estuvo mal”, independientemente de si hay terceras personas ejerciendo (o no) el mismo juicio, se trata de una respuesta emocional de autorreproche producto del criterio personal, por lo que dependerá de los valores, personalidad, vivencias, vínculos y creencias de cada individuo.

No todas las culpas corresponden de manera objetiva a los hechos que las originan y esto es especialmente cierto al hablar de la culpa en el duelo, ya que la muerte enfrente al doliente a una realidad que suele ser evadida: el ser humano no puede controlar todo lo que ocurre en el transcurso de la vida, y ello incluye las circunstancias y el momento en que un ser querido ha de dejar este mundo, así como también la ambivalencia entre el amor, la frustración, los celos, la incomprensión y demás sentimientos que naturalmente se encuentran en mayor o menor medida dentro de cada vínculo afectivo.

Tener la sensación de que no se hizo lo suficiente para “evitar” que el otro muriera o que de haber actuado de manera más pronta se habría evitado el deceso son las principales fuentes de culpa que atormentan a familiares y amigos a pesar de que se trata de una culpa irracional en la mayoría de los casos. La culpa irracional es aquella que proviene de una falsa sensación de responsabilidad que se asume de manera automática como verdadera debido a la fuerte carga emocional que contiene (angustia, autorreproche, etc.)

Lo anterior suele derivarse de la incapacidad de ver de un modo objetivo la sucesión de hechos que culminó con el trascender del ser amado, aceptando que, si bien, existen ciertas acciones que todo ser humano pudiera haber hecho de estar en la misma situación (como llamar a una ambulancia, movilizar a la persona a un hospital, dar seguimiento a un tratamiento clínico, etc.) desde una perspectiva lógica no existen garantías de que se pudiera haber hecho algo más, ni que de haber hecho algo diferente no habría ocurrido el deceso.

La incapacidad de aceptar la pérdida como algo absoluto e irreversible puede suscitar frases como “si tan solo yo hubiera…”  y a su vez afianzar el desánimo, la incapacidad de disfrutar la vida e incluso derivar en sintomatología depresiva al brindar pensamientos que desestimen el sentido de vida. Por ello, aprender a identificar los pensamientos irracionales y reconocer cuáles son las emociones que predominan durante la aparición de la culpa son aspectos fundamentales para trabajar en pro de deconstruir las emociones y pensamientos que dificultan elaborar un duelo saludable.

Al respecto, la Psicóloga María P. Mejía y la Psicoanalista Sofía Fernández brindan la siguiente observación en la Revista Electrónica de Psicología Social (2012): “Hacer caso a la culpa es una forma de darle la razón y alimentarla, y cada vez estará más sólida, más grande, y tendrá más poder. Exponerte a la culpa, igual que con los miedos, te irá devolviendo a ti el poder sobre tu vida. Ordena de menor a mayor grado de dificultad diferentes retos o desafíos a la culpa.”

Psi. Adriana Aramis Viveros

 

Mejía M. & Fernández S. (2012) La culpa en el duelo. Revista Electrónica de Psicología Social «Poiésis» Nº 23 1-8. Recuperado de: https://revistas.ucatolicaluisamigo.edu.co/index.php/poiesis/article/view/331/304


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