Es importante reconocer el cuidado de la salud mental como una parte integral de la salud de los infantes, y del mismo modo en que se acude a diferentes especialistas cuando una parte del cuerpo se ve afectada, existen especialistas en salud mental; psicólogos y psiquiatras poseen la capacidad de diagnosticar, orientar y apoyar a los menores.
Si bien ambos profesionales se especializan en salud mental, existe una diferencia primordial en el enfoque y la preparación académica de ambos, pues mientras el psicólogo estudia la conducta humana desde el enfoque de las ciencias sociales y puede tratar diversos problemas que no necesariamente constituyen un trastorno mental por medio de ajustes en los hábitos, pensamientos y/o conductas del paciente, el psiquiatra posee estudios en medicina por lo que se encuentra capacitado para identificar y tratar enfermedades mentales ligadas a cambios fisiológicos y por ende requieren el uso de fármacos.
Una vez establecido lo anterior, es posible identificar un punto de partida para saber en qué circunstancias se recomienda acudir a un psiquiatra infantil. Las alteraciones severas del desarrollo, como son la depresión y ansiedad infantil, trastornos de la conducta alimenticia, trastorno obsesivo-compulsivo, déficit de atención, hiperactividad, fobias, conductas obsesivo-compulsivas, son solo algunos de los diagnósticos que requieren la previa evaluación de un psiquiatra para su correcto diagnóstico y el tratamiento adecuado, muchas veces con el uso de fármacos orientados a restablecer o suprimir los impulsos que llevan al menor a actuar de forma des adaptativa.
Aun cuando cada individuo posea características particulares, existe un marco de referencia que preestablece cuáles son las conductas esperadas en un sano desarrollo infantil, y del mismo modo existe un marco de referencia respecto a las conductas que de manera inmediata pudieran parecer cambios que forman parte del crecimiento, alimentados por la brecha generacional niño-adulto; sin embargo, todo cambio conductual que a mediano o largo plazo desemboque en el deterioro de la calidad de vida del menor requiere la supervisión e intervención de parte de los cuidadores primarios.
Las principales alteraciones conductuales que pueden ser un indicador de que el menor requiere la intervención de un psiquiatra para detectar la presencia temprana de un trastorno, de acuerdo con el “Childs Mind Institute”, son las siguientes:
• Sentirse muy triste o retraído durante dos o más semanas
• Tratar seriamente de hacerse daño o suicidarse, o tener planes para hacerlo
• Temor repentino y abrumador sin razón, a veces con el corazón o la respiración acelerada
• Involucrarse en múltiples peleas, usar un arma, o querer lastimar a los demás
• Comportamiento severo y fuera de control con el que puede lastimarse a sí mismo o a los demás
• No comer, vomitar o usar laxantes para perder peso
• Preocupaciones o temores intensos que se interponen en las actividades diarias
• Dificultad extrema para concentrarse o quedarse quieto que lo pone en peligro físico o causa fracaso escolar
• Uso repetido de drogas o alcohol
• Cambios de humor severos que causan problemas en las relaciones
• Cambios drásticos en su comportamiento o personalidad
Cabe resaltar que los puntos anteriores son una herramienta para la prevención y detección temprana de problemas emocionales, conductuales e incluso físicos, la supervisión y apoyo de los tutores es un eje primordial que debe ir de la mano con la intervención del especialista, pues el trabajo mutuo entre padres-niño-psiquiatra será determinante para el objetivo común de una infancia feliz.
Psi. Adriana Aramis Rosete Viveros
Recuperado de: Childs Mind Institute “11 señales simples de que un niño podría tener un trastorno psiquiátrico” https://childmind.org/es/articulo/senales-simples-de-que-un-nino-puede-tener-un-trastorno-psiquiatrico/
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