Con el correr de los meses se acercan fechas que son especialmente significativas, que recuerdan a la sociedad lo importante que es la relación que tenemos no solamente con la vida, sino también con la muerte. En México se celebra una época especial dedicada a quienes físicamente nos han dejado, honramos la vida de nuestros seres queridos los primeros días del mes de noviembre de manera especial. Y mientras las calles y la publicidad dan un aire festivo, es posible que en casa la melancolía tras la pérdida de un ser querido se anteponga y traiga consigo nuevas emociones a un proceso de duelo vigente.
Y es que los seres amados que han trascendido son los protagonistas de la festividad del Día de muertos, su recuerdo y su historia cobran un significado especial al saber que (de acuerdo con las creencias más tradicionales) durante unas horas ellos volverán para visitarnos, y aún para quienes creen que no se trata de una visita, estas fechas traen consigo el recordatorio de que para celebrar la vida debemos también aceptar que la muerte forma parte de ella, que no se trata de su antítesis a la cual debemos temer sino que es la continuación natural de la vida.
El recordatorio constante y valioso de que la única muerte verdadera es el olvido y la importancia de atesorar la esencia de quienes amamos son aspectos que pueden ayudar en la elaboración de un sano proceso de duelo en tanto suman una perspectiva que empodera al ser humano, y esto es relevante dado que las emociones del duelo suelen percibirse como intensas y producir sentimientos de desesperanza y vacío que dificultan reincorporarse a la vida cotidiana sin el ser querido, llegando incluso en ocasiones a una autopercepción de indefensión ante la vida que deriva de pensamientos sesgados por la carga emocional.
Y si bien la tristeza puede ser particularmente abrumadora en estos días, esta puede ser una oportunidad de dejar fluir sentimientos y pensamientos que anteriormente fueron reprimidos ante la incertidumbre de no saber qué hacer con el recordatorio diario de la ausencia física de quienes amamos, es fácil echarles de menos con impotencia, pero ahora, en esta época que es tan suya existe un entorno que no solo evoca el pasado, sino que invita a celebrar la vida aceptando el hecho de que físicamente nuestros seres queridos ya no se encuentran con nosotros, más no por ello han dejado de existir, pues perduran sus historias, anécdotas, lugares, costumbres, y todo lo que constituye su legado.
El camino del duelo requiere como fundamente ser honesto con uno mismo para determinar qué actividades implican sobre exigirse y cuáles es posible realizarlas aun si es doloroso, que estas fechas pueden ser en realidad una oportunidad para descubrir (solos o en familia) una nueva razón por la cual vale la pena este viaje al que llamamos vida, pero para descubrir algo nuevo es necesario aceptar que puede ser doloroso que las cosas no sean como antes o que el día de muertos vigente haya una nueva ofrenda que añadir, pero si existe voluntad es posible honrar la vida y sonreír nuevamente.
Se trata de una época de oportunidades en lo que respecta al duelo: existe la oportunidad de vivir de manera más íntima y personal el luto, la oportunidad de reconectar con nuestros antepasados y recobrar tradiciones familiares, reconectar con personas significativas y realizar actividades que honran a quienes han trascendido, recordarlos de un modo sumamente especial e incluso despedirse sin tener que decir adiós.
Psi. Adriana Aramis Rosete Viveros
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