Cuando la casa de los abuelos se cierra

agosto 13, 2021
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“Si algún día tienes la oportunidad de llamar a la puerta de esa casa y que alguien te abra desde dentro, debes aprovecharla cada vez que puedas, porque entrar ahí es imaginar ver a tus abuelos o a tus viejos, sentados esperando para darte un beso; es sentir la sensación más maravillosa que puedas tener en la vida”

Tenemos en nuestro día a día el amor y las enseñanzas  de quienes son un refugio en los momentos de incertidumbre, aquellos que nos saben llenar de magia tras cruzar una puerta, quienes destapando nuestro corazón en una reunión a la mesa nos hacen saber que no estamos solos y que nunca lo estaremos, pues ellos siempre procuran mantenerse cercanos a nosotros: la familia.

Una familia es vivir el amor,  y entender que este debe ser valorado no solo en nuestros peores momentos, sino también en los mejores, pues nos brindan incontables experiencias y oportunidades para encontrarnos a nosotros mismos en los pequeños y sutiles gestos de afecto, con nuestras risas cómplices y remedios para corazones rotos. Es importante valorar lo amados e importantes que somos, pues tenemos no solo un lugar seguro en las casas de nuestros familiares, sino también en sus corazones. Y es igual de importante aceptar  que   si bien las circunstancias familiares han de cambiar en algún momento, si bien los rostros que hoy vemos llenos de energía y juventud con el paso del tiempo se transformaran e irán cambiando hasta tornarse ausentes del que por mucho tiempo fue designado como su lugar, ello no significa que también se ausente el legado de amor y complicidad, ni los momentos felices compartidos juntos, ni tampoco significa que pase al olvido lo que en respeto y afecto se ha edificado: está en nosotros y quienes aún nos acompañan ese lugar seguro, aún somos capaces de mostrar cariño incondicional a través de pequeños, pero significativos gestos, pues la casa de los abuelos reside en vivir el amor con nuestros seres más cercanos.

Para todos quienes esos seres de luz hayan trascendido, honren su memoria estando unidos, aquellas reuniones en familia pueden ser llevados a cabo en diferentes hogares de integrantes de la familia, no para suplantar, si para honrar la memoria de los abuelos, la casa de ellos siempre será símbolo de lo que se ama, se recuerda y se transmite con mucho amor y cariño, la casa de los abuelos demuestra que un hogar no es lo físico, sino las personas que lo rodean, el duelo por su pérdida lleva tiempo en sanar, y es más difícil cuando los abuelos parten relativamente uno cerca del otro, y en esto no entra el famoso mito “se lo llevo”, puesto que esto en el proceso puede ser incómodo para los familiares, ya que le estamos dando la responsabilidad de la partida a quien haya trascendido primero, cuando los abuelos parten,  dejan consigo la enseñanza perpetua, aquella que ha de perdurar entre siglos y hacer valer la valentía, honra y escucha de aquellas personas siempre estarán en nuestras mentes.

Paradójicamente, la casa de los abuelos jamás se cierra, podrán cerrarse las puertas, pero jamás cerrarán su simbolismo, podrán cerrar las ventanas, pero no cerrarán su libertad, podrán no reunirse tan seguido, pero, los une sangre de los abuelos, podrá pasar el tiempo, pero no pasará ni su amor ni su legado.

El agradecimiento es la memoria del corazón, el corazón es el hogar de los abuelos, y los abuelos son el mejor agradecimiento que le podemos dar a la vida.

Nadie muere si no se le olvida.

Autor: Psic Jonathan García Mezhua.

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