Cuando perdemos a un ser amado, los sentimientos de desamparo, abandono y desesperanza son completamente normales durante el proceso de adaptación, sin embargo, muchas veces este se puede complicar debido a factores externos.
La ansiedad es un estado de alerta en el que el cuerpo pasa por diferentes síntomas psicofisiológicos, pues experimentamos sensaciones tanto emocionales como físicas; mareo, taquicardia, respiración agitada, etc. La respiración más fuerte genera mayor oxigenación para el corazón, este bombea más sangre a los músculos y al cerebro, para tener más glucosa y oxígeno, los músculos se tensan para proceder a huir si así se requiere, en pocas palabras, el cuerpo se prepara física y mentalmente para protegerse de cualquier situación de peligro. Cuando la persona se sienta fuera de peligro, el sistema se equilibra y vuelve al estado de reposo.
Sin embargo, muchas veces no se tiene una idea de que o de donde pudiera venir el peligro, por lo que las sensaciones desagradables como el ritmo cardiaco o la respiración tienden a elevarse a niveles fuera de lo común para esa persona, provocando una sensación de no poder respirar. Cuando esto sucede en repetidas ocasiones, durante un tiempo determinado e inclusive comienza a generar malestar y problemas en el área laboral, social, escolar y familiar, estamos hablando de un trastorno.
En esta ocasión se hablará sobre el Trastorno de Estrés Agudo (TEA) y su relación con el duelo, tiene la duración de un mes aproximadamente, la persona pudiera presentar síntomas tanto fisiológicos como anímicos, estos tienden a disminuir hasta casi desaparecer, aunque es posible que, cerca de la fecha en la que se suscitó el evento la persona con TEA re experimente dichos malestares. Se trata sobre alguien que presenció la muerte de un ser querido de manera directa o simplemente con el simple hecho de verlo en el féretro, fue un impacto para esa persona, sin embargo, si dentro de los primeros seis meses del duelo, no existe una reducción de los síntomas, es posible la presencia de un Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT), la diferencia entre estos radica en la persistencia de los síntomas, ya que en el TEPT los signos dificultan el proceso de adaptación en el afectado.
(Nota: este artículo es con fines informativos, no se recomienda diagnosticarse con base en lo leído, si tiene dudas se recomienda acudir con un profesional de la salud)
En el DSM-V (2013) que es el manual estadístico de los trastornos, emitido por la Asociación de Psicología Americana (APA), se divide en cinco categorías;
Síntomas de intrusión: Tales como recuerdos y sueños recurrentes del suceso, verse en la situación en tercera persona, que algunos objetos, aromas, lugares le recuerden el suceso y genere malestar.
Estado de ánimo negativo: Dificultad para experimentar felicidad, satisfacción, o sentimientos positivos.
Síntomas disociativos: Verse desde la perspectiva de otro e inclusive olvidar detalles importantes del suceso traumático.
Síntomas de evitación: Esfuerzo para evitar recuerdos, pensamientos, sentimientos, lugares, personas, actividades, objetos o situaciones que producen angustia que están directamente asociados al evento.
Síntomas de alerta: Alteraciones en el sueño, la persona tiene un comportamiento irritable, se vuelve paranoico, se le dificulta concentrarse y responde de manera exagerada.
Todo esto afecta directamente al proceso de duelo, ya que es necesario para la persona comenzar a adaptarse a la perdida, debe ser capaz de vivir experiencias que estén relacionadas con la persona que trascendió, ya que parte del proceso es aceptar que ya no esta. Es completamente normal que aparezca cuando la muerte del ser amado ha sido de manera súbita y abrupta, cuando por ejemplo se ha estado cuidando y pudiera presentar mejoría, sin embargo, luego de un tiempo sin antelación, esta persona trasciende, o cuando es un accidente, un homicidio o inclusive un suicidio. Cuando el ser amado sufrió un accidente que lo ha dejado irreconocible, es complicado y entendible, pero se recomienda no verlo, ya que pudieran afectar a los recuerdos y afectar el proceso.
Es importante generar un ambiente sano donde los afectados puedan vivir su proceso de duelo, que se validen sus emociones, sentimientos y pensamientos, paso a paso comenzar a adaptarse a esta nueva realidad donde esta ausente la persona que trascendió, esto no significa que hay que olvidarlo, al contrario, no estamos renunciando a nuestro ser amado, simplemente es necesario comprender que físicamente ya no esta, pero que siempre vivirá en nosotros, en nuestros recuerdos, experiencias y sentimientos, pues nunca dejaremos de quererle y pensarle con cariño y amor.
Autor: Psic. María Isabel Rivera García.
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